PROTECCIÓN
J. Cebrián
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La pobre niña estaba indefensa ante los peligros y las maldades del mundo, así que sus protectores taparon sus oídos para evitar que oyera cosas terribles que podían herirla y dañarla. Luego usaron el esparadrapo para cerrar sus ojos y protegerla así de visiones que pudieran traumatizarla o influir negativamente en su maduración. Taparon su nariz con algodones, para que ningún olor la molestara o la incitara a pecar. Otro trozo de esparadrapo cubrió su boca, en diagonal, y una última formaría una cruz perfecta sobre sus labios cerrados. "Estate tranquila, bonita. Uno más y estarás totalmente a salvo".
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